jueves, 27 de mayo de 2010

Yo me opongo

Sin oposición la virtud se marchita
se ahoga el puerto de las barcas.
Tapiz de lumbre lúgubre zodiaco.

Estallan horas en la piedra,
lápida del tiempo, órbita plana.

Es esta sal que todo lo delata,
árbol de la misma fruta,
agua de la misma lluvia.

La virtud se marchita.
Yo me opongo.
Sergio Astorga
Tinta /papel 20 x 30 cm

sábado, 15 de mayo de 2010

Vuelo a la baja

- Oye, hoy vuelas.
- No, revuelo. Los vientos están fríos.
- Yo tengo mis plumas lastimadas.
- Acurrúcate en el sauce, así se confunden tus malestares.
- No debo, yo nací para volar.
- Pero hay momentos, que ni la alondra de luz por la mañana despierta.
- Lo sé, mas bien lo presiento. Nunca he tenido la certeza de nada, ni cuando en mi primera práctica de vuelo estaba segura de querer seguir en este reino.
- Ser voluble es tu problema, confundes la inestabilidad sentimental con el sentido crítico. Asume lo que eres.
- Tu porque eres fatalista, pero yo no, aunque vuele no soy libre, a veces el azul me marea y tengo que buscar el verde para no desmayar.
- Tu lo has dicho: naciste para volar. Acuérdate de aquel que dijo que los pájaros cantan, cantan, y que todo su entendimiento es su garganta.
- Yo no canto.
- Por eso. Además quién te dijo que cuando vuelas eres libre. Uno siempre esta preso, ahíto de uno mismo.
- Hablas como ave negra.
- "Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa ya no siente..." Me dijo un vez una ave canora.
- Entonces que hago.
- Nada. Tu entendimiento esta en tus alas.
- Entonces. ¡Volemos!

Sergio Astorga

Tinta/papel 20 x 30 cm

jueves, 6 de mayo de 2010

El elefante y su circunstancia

Cordial y esplendido, sin afanarse tiene sus paquidérmicas razones muy bien apuntaladas. Su paso es sostenible, diríamos ahora, sustentable. Sus tobillos son anchos, se agarran al piso con solidez y un Hércules anónimo lo anima.
Esa mañana soleada, que Kierkegaard envidiaría, sufrió la visita de un pensamiento que se aferro como garrapata sibarita. En suma, no sabia si recurrir a su trompa soliloquio o apelar a sus amigos.

-Te duele la trompa? -preguntó la "lenguante" víbora al verlo ensimismado.
- No, no encuentro el método, ni atisbo la solución de estos malestares corporales.
- Sigues atrapado en la aflicción de tu propia sombra. Es inevitable, nace de ti. No huyas.
- Busca una puerta -intervino el buitre. -Si entras la sombra no pasa. Los umbrales comen sombras, no lo sabias?

Con esa sensación audaz del fracaso, el elefante se encaminó al estanque a mirarse y a intentar recomponer su circunstancia.
Sergio Astorga

tinta china/papel 20 x 30 cm.