martes, 9 de diciembre de 2008

El come Lunas


Cada vez que el infinito se abre como un mineral y la noche enseña una cordillera de puntitos luminosos de oriente a poniente, el come lunas, con un apetito redondo y un paso intensivo, sale de su cáscara, se le olvida el habla y con sufrida sagacidad persigue el haz de luz que danza entre los híbridos verdes del bosque.
Al llegar al estanque, el corazón del sapo comienza su latido de agua; un montón de luciérnagas se marchan y el come lunas, con dos palomas como manos, abre la boca y su aliento de rama machacada, inunda de hechizos atmosféricos las diferentes fases de la luna.
Cuando veas una senda de alfalfa en la cintura de los cielos y diagramas de plata en tus papeles, recuerda que el come lunas esta inflamando sus pulmones.
Sergio Astorga